Richard Mosse es un artista y fotógrafo de 32 años que, aunque no lo había soñado ni en sus más remotas fantasías, se encontró con la posibilidad de sacar fotos en el Congo. Y de una forma tan especial. En 2009, Mosse se enteró que se discontinuaría la fabricación de la película infraroja a color, se inspiró e imaginó una nueva forma de trabajar. Así, su inminente viaje al Congo y esta idea encontraron una comunión peculiar y que, nosotros al menos, encontramos maravillosa.

Dice Mosse sobre su proyecto: “Me interesó el propósito militar que tuvo en un principio la película, pero también me atrajo la peculiar paleta de colores. Quería usarla como una forma de pensar atravesando este conflicto, y las reglas y convenciones de la fotografía de guerra”. Para poder tomar estas fotografías, Mosse tuvo que pasar una serie de negociaciones pseudo diplomáticas con medios locales, activistas de derechos humanos, y los mismos grupos rebeldes que se encuentran en todas las esquinas del país.

A partir de enero de 2010, Mosse viajó 5 veces a la República Democrática del Congo, en un período de dos años. “El acceso fue complicado, porque involucró crear relaciones con cada uno de estos grupos de rebeldes”. Mosse tenía que juntarse en secreto en lugares elevados de la jungla para poder tomar sus fotografías. Pero el manejo de la película y de sus cámaras también demostró ser una complicación aparte en sus viajes.

Mosse usó dos cámaras de 8x10 y 6x7 respectivamente, pero la película es muy sensible al calor –algo a tener en cuenta en África- y solamente dura 7 días a temperatura ambiente. En la zona, obviamente, es bastante complicado encontrar una heladera donde guardar los rollos. Y además, no olvidemos que se trata de una zona en constante conflicto bélico, donde Mosse podía ser atacado por grupos enemigos mientras se encontraba reunido con otros. Las zonas que visitó eran altamente inestables.

El trabajo es muy interesante porque le da una vuelta de tuerca a las clásicas fotografías de guerra y a la forma en la que los medios tratan estos conflictos. La paleta de colores ciertamente le da un toque muy diferente a sus fotografías. Dice Mosse: “el corazón de este proyecto fue un sentimiento de un predador invisible, una amenaza real de masacres horribles y violencia sexual, que tristemente es muy común en el Congo. (Estas fotografías) causan paisajes de pesadilla, perturbadores, pero que al mismo tiempo son muy hermosos”.

Actualmente, el trabajo de Mosse se encuentra en exhibición en la galería Jack Shainman de Nueva York –por si andan de visita-.

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