Llegamos a la última etapa de la edición de fotografías. Hoy os propongo un método para hacerlo en el ordenador. Hay otras formas, más tradicionales, que pueden funcionar mejor, pero todo es cuestión de practicar hasta encontrar una forma personal de trabajar en este apasionante mundo, muchas veces olvidado en el mundo aficionado.

Hay que revisar todas las carpetas, en un buen programa visualizador de imágenes como Adobe Bridge o Adobe Lightroom, e ir descartando todas las fotografías malas, las que no llamen la atención. Si hay dudas se queda para la siguiente criba. El mejor sistema para hacerlo es mediante Etiquetas, bien de colores, o de estrellas. En la primera selección marcas con una estrella, en la segunda con dos, hasta llegar a un número adecuado de preseleccionadas. Este grupo no debería ser muy grande, pues recuerda que las imágenes que mostrarás al final no deberían superar las cincuenta (a 30 segundos cada foto es casi media hora de visionado). No obstante, y como se dice, allá cada uno con su conciencia y las ganas que tenga de torturar a sus allegados.

¿Y qué fotos son las buenas? Gran pregunta. Una fotografía es buena cuando te cuenta algo del viaje o de la historia que estás preparando, o te trae algún recuerdo. Y una cosa hay que tener en cuenta, si viajas con la familia o con los amigos, ellos tienen que aparecer en el trabajo final. No puedes dejarles al margen. En las fotografías tienen que salir ellos. Forman parte de la historia. Una buena fotografía es aquella que cuenta una historia, que impacta, que cuando la ves te trae buenos recuerdos y te dan ganas de volver a ese sitio. Que guarda las mínimas normas de composición, que tiene líneas que conducen la mirada hacia un punto en concreto,...

Una vez que tenemos más o menos claro el punto anterior visionamos las fotografías en Adobe Bridge, por ejemplo, ampliando al máximo el panel Contenido. Vamos mirando los archivos y los marcamos con estrellas, bien clicando en el nombre o marcando la imagen con Ctrl+1-5, en función de la importancia que les otorgues. Al final nos quedaremos sólo con las que tengan mayor puntuación. Desecharemos las fotos que no aportan nada, que están repetidas o en temática o en composición.

Una vez hemos hecho esto en todas las carpetas podemos crear una nueva donde copiemos todas las que hayan pasado la primera criba. Para hacerlo más fácil, hay que dominar el panel Filtro, en el que se pueden ver sólo aquellas fotos que nos interesen en ese momento, como las verticales, las que tengan más profundidad de campo, o lo que nos interesa en este momento, las que tengan más estrellas.

Ahora tenemos la opción de seguir por el camino digital o hacer, en pequeño formato (6x9 cm), una copia de todas estas imágenes finales. Este camino facilita el visionado en su conjunto de todo el trabajo para empezar a vislumbrar el resultado final, donde una foto va al lado de otra porque coinciden en el color, o son complementarias o porque crean una panorámica... Esta idea de componer a partir de un lenguaje visual nos libra de la esclavitud de poner una fotografía al lado de otra por un discurso literario lineal. Tenemos que encajar miradas que coinciden, mismos puntos de fuga, colores complementarios o suplementarios, formas parecidas,...

En la foto del artículo, del libro España oculta de Cristina García Rodero, hay dos fotos hechas en 1979, pero están separadas por 550 Km. Y sin embargo funcionan y comunican entre sí a la perfección: figura negra contra figura blanca; fondo blanco frente fondo negro. Hay que fijarse más en la relación entre ambas formas que en su proximidad física. Os aseguro que funciona mejor que una narración lineal, donde tendemos a juntar dos o cuatro fotos simplemente por su unidad temporal, aunque estéticamente no aporten nada.

Ya estamos en el punto en el que podemos revelar con nuestro programa favorito la última selección. Ahora se aclaran, se oscurecen, se ajustan en un momento, pues las buenas fotografías no necesitan mucho trabajo de Photoshop, y al ser pocas, podemos dedicarles más tiempo y dejarlas perfectas. En este último momento, sabemos perfectamente que una va con otra, que una parte de una fotografía conviene oscurecerla o recortarla para enlazarla por las líneas imaginarias que llevamos tiempo viendo entre ellas...

Es difícil editar así, olvidándose de lo que hemos hecho hasta ahora, pero si nos fijamos y hacemos todo el proceso desde el principio, la edición irá saliendo poco a poco. Lo malo de la edición es que es como las opiniones, que todo el mundo tiene una. Lo bueno es que mejoramos como fotógrafo, sin lugar a dudas.

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