Como vimos en el anterior artículo el pictorialismo fue una corriente que olvidó los principios esenciales de la fotografía e introdujo otros para asemejarla a la idea que tenían de la pintura. El pictorialismo quedó atrás gracias al trabajo de Alfred Stieglizt, cuyo grupo, el Photo-Secession, rompió con todas las manipulaciones que sufría una imagen fotográfica.

Paul Strand, miembro de este grupo, resumió el problema de los pictorialistas:

 La principal equivocación de los pictorialistas es que no han sido capaces de descubrir las cualidades básicas de la fotografía. Desconocen y desprecian su propia tradición. Todo lo cual demuestra su falta de fe en la dignidad del propio medio que utilizan- y que utilizan mal-, y al mismo tiempo la absurda pretensión de que también ellos son artistas.

La nueva forma de expresarse rompe con el pasado y encuentra la verdadera razón de ser de la fotografía. La imagen más querida de Stieglitz, La cubierta del barco, es un ejemplo de cómo cambia la manera de ver. El fotógrafo estaba en la cubierta de un transatlántico camino de Europa, cuando vio:

...un sombrero de paja redondo, la chimenea que se inclina hacia la izquierda, la escalera que sube hacia la derecha, la pasarela blanca con sus raíles hechos de cadenas circulares, los tirantes blancos que cruzan la espalda de un hombre en la cubierta inferior, las formas redondas de la maquinaria de hierro, un mástil horizontal que cruza el cielo, componiendo una forma triangular... vi un cuadro de formas y, por debajo de ello, el sentimiento que yo tenía de la vida.

Por primera vez se fotografía lo que sugiere una escena a un fotógrafo a partir de sus experiencias y vivencias, que se da cuenta de todas las posibilidades que presenta un medio que hasta entonces no había sido valorado en toda su plenitud. Deja su dependencia de la pintura y adquiere pleno valor. El fotógrafo se hace dueño de la situación. El momento está ahí y sólo falta que alguien pueda y sepa verlo. En la fotografía directa no hay trucos ni artificios.

 ...mis maestros han sido la vida, el trabajo, el experimento continuo... cada foto que hago es una nueva experiencia, un nuevo problema. La fotografía es mi pasión.

Numerosos fotógrafos se adscribieron a esta nueva filosofía: Paul Strand, Edward Weston, Ansel Adams, Edward Steichen, Walker Evans... grandes maestros que aún hoy les debemos parte de la estética que hoy tenemos. Incluso unos cuántos fundaron el grupo f64, que llevó al extremo las ideas originales, hasta el punto de afirmar que toda fotografía que no esté nítidamente enfocada para cada detalle, que no sea impresa por contacto en papel brillante blanco y negro, que no haya sido montada sobre una superficie blanca, que denuncie cualquier manipulación o que eluda a la realidad en la elección de su tema, será “impura”.

Un caso aparte de esta corriente fue Jean Eugene-Auguste Atget. Cuando falleció en 1927, era prácticamente un desconocido. Nunca expuso en ningún salón ni jamás le publicaron una fotografía en revistas. Y sólo porque no seguía los dictámenes de la moda. Pero a raíz de la publicación de sus obras en la revista La Revolution Surrealiste, por obra y gracia de Man Ray, todos se reconocieron deudores de un desconocido. Era un fotógrafo de obras de arte, como él mismo se autodenominaba. Registró todo París y vendía sus imágenes a los museos de la ciudad y a los pintores. Hizo series sobre las fuentes, las estatuas, las tiendas, interiores de palacios, árboles, flores y hojas caídas... Todo con su humilde cámara de placas de 18x24. Cuentan que Man Ray le quiso dar una de bolsillo, pero la rechazó. Era más rápida que lo que él podía pensar. Es uno de los padres de la fotografía moderna, sin lugar a dudas.

Edward Weston, integrante del círculo del renacimiento mexicano, rompió con el trabajo de su juventud. Y se inclino hacia el realismo, que ofrecía un mayor potencial creativo. Su obra se caracteriza por la fusión de técnica y estética. Si el negativo no es perfecto, no vale. Y fue el primero que señaló la importancia de la visualización, pues “con variar la posición de la cámara, el ángulo o la distancia focal del objetivo, el fotógrafo puede conseguir un número infinito de posibles composiciones de un mismo sujeto fijo”. La supremacía de la fotografía se debía a  que el objetivo siempre veía más y mejor que el ojo solitario. También señaló, con acierto, que la singularidad de la fotografía con respecto a las otras artes en su instantaneidad. Y señaló que una buena composición es sólo la forma de ver con más fuerza un tema. Él bastaría para hacer de la fotografía lo que es. Nadie ha hecho tanto con una cámara.

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