Pongámonos el gorro de Nostradamus una vez más y especulemos un poco acerca del futuro de nuestro hobbie. Ya lo hemos hecho una vez, hablando sobre la forma de compartir imágenes en el futuro, así que miremos un poco al futuro y proyectemos que será de el. Obviamente la naturaleza de este artículo es altamente subjetiva y puede estar absolutamente errada. Tómenla como una charla de café con este editor.

Si pensamos en dispositivos para capturar imágenes, existen dos grandes grupos: en una esquina están las cámaras de fotos de toda la vida, analógicas en decadencia y digitales en pleno auge. Permiten tomar fotografías horribles, con sensores pequeños y lentes de plástico, como así también espectaculares, con lentes y sensores de primera calidad. Su fuerte es la imagen estática, de la mano de grandes cantidades de megapíxeles que permiten hacer ampliaciones gigantes, a costa de unos archivos algo grandes.

En la otra esquina están las relativamente nuevas cámaras de vídeo. No tienen la misma edad que las cámaras fotográficas, pero han logrado hacer su nicho en el mercado y ganarse el corazón de los usuarios. Su gran ventaja, claramente, es la imagen móvil, a distintos cuadros por segundo, con la gran desventaja de tener una resolución baja, por cuestiones de tamaño, transmisión y retrocompatibilidad. No por nada las cámaras de vídeo estuvieron atadas hasta hace pocos años al formato 480p, saltando progresivamente a unos agradables 1080p, que aun así, son menos de 2 megapíxeles.

Ambos gigantes tienen su propio grupo de usuarios y es raro que existan personas que pertenezcan a ambos. Suele sucede que quien se dedica a la fotografía, se queda en el grupo de la fotografía y lo mismo con el grupo de vídeo. Cada dispositivo de cada grupo tiene sus ventajas y desventajas, pero fue diseñado específicamente para cumplir una tarea determinada. Así como las cámaras de fotografía tienen un control más preciso de la velocidad de obturación y apertura de diafragma, las cámaras de vídeo apuntan a la sencillez y compatibilidad del formato, grabando en cintas o tarjetas SD listas para ser vistas en cualquier televisor.

Lo interesante de que ambos grupos se han ido invadiendo en los últimos años. Las cámaras fotográficas desde hace tiempo graban vídeos a distintas calidades y las últimas réflex han comenzado a competir con las videocámaras profesionales con su excelente calidad de imagen. De todas maneras esta implementación es parcial, ya que la mayoría carece de funciones de autoenfoque y las que lo poseen es bastante impreciso y ruidoso. Del lado del vídeo hay una tendencia constante de incluir un botón de fotografía en estas cámaras que, debido al tamaño del sensor, toman fotografías sencillamente horribles, pero fotografías al fin. Su calidad es bastante baja y sus controles de exposición casi nulos, pero la funcionalidad de grabar imágenes estáticas en el formato correcto está ahí, funcional y disponible.

Esta invasión entre ambos partidos hace notar una tendencia, un deseo de unificar funciones y ofrecer todas las posibilidades en un mismo dispositivo. Tomemos el ejemplo de los teléfonos móviles: 20 años atrás eran máquinas que sólo recibían llamadas. Poco a poco fueron incluyendo funciones de texto, reproductor de música, de vídeos, radio y un largo etcétera. Quién les habla está escribiendo este texto en un teléfono móvil, viajando en un medio de transporte público, utilizando una tecnología que una década atrás apenas hacia llegar tú voz algo más lejos. Esta tendencia a unificar y cumplir varias funciones que antes se pensaban separadas y exclusivas de cada área es bastante clara. No veo porque la fotografía no deba subirse a este tren.

Ahora sí metiéndonos de lleno en el terreno de la especulación se puede decir que el futuro es la unión del grupo del vídeo con el de la fotografía, creando fotovideocámaras que tomen excelentes fotografías, excelentes vídeos y sus funciones de autoenfoque no apesten. Probablemente en menos de 10 años el estándar será un híbrido entre una réflex y una videocámara, con lo mejor de cada segmento. La guerra de los megapíxeles ha sido probada cómo inútil y a partir de cierto número al usuario común deja de importarle este valor. El futuro depara mejores sensores, más inteligentes y más versátiles donde los problemas de cada grupo actual son fácilmente solucionados. Las cámaras de fotos aprenderán de sus hermanos móviles a enfocar automáticamente de manera precisa y las de vídeo recibirán sensores más grandes, más sensibles y lentes más luminosas.

Claro que las cámaras exclusivamente de fotos o vídeo seguirán existiendo, pero relegadas a un segmento más profesional. Las cámaras de fotografías de varios megapíxeles y lentes de gran apertura y longitud focal seguirán existiendo, junto a las cámaras de vídeo específicamente optimizadas para está función, tal cómo los reproductores de MP3 o los teléfonos sólollamadas siguen con vida y público activo. Pero el público masivo y general dejará de tener un dispositivo para cada función y recibirá con los brazos abiertos estas, por ahora, cámaras imaginarias, absolutamente versátiles y de excelente desempeño en cada área.

Aunque claro, todo esto es valido hasta la llegada de la teléfono-foto-vídeo-cámara-maquina-de-café.

Foto: Bart Everson

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