La pintura con luz o Fisiogramas, es una técnica muy atractiva con grandes resultados pero después de haber visto cientos de imágenes uno llega a hartarse de ese efecto más cercano al photoshop que a la fotografía. En estas la imágen final se convierte en un lienzo para la pintura y no tanto en una fotografía. Esas fotos no cuentan ninguna historia.
Por eso esta sencilla fotografía logra algo que a muchos otros fotógrafos les ha faltado: Integrar la pintura de luz en la propia imágen. Aquí no sólo podemos maravillarnos del efecto de la pintura de luz, sino que las formas casi orgánicas pasan a formar parte de la imagen.
Aqui el fisiograma cuenta una historia, la escena noctura se vuelve misteriosa y llena de tensión. Los árboles nevados dan paso a un camino de nieve donde las luminosas figuras aguardan espectantes.
La técnica es muy similar a otros fisiogramas: Con el obturador de la cámara abierto por un largo periodo de tiempo (3 minutos en este caso) y dos personas trabajando juntas. Mientras una persona queda de pie frente a la cámara, el segundo deliena su figura con una lámpara de mano apuntando en direccion a la cámara. Se apaga la lámpara y pasan a la siguiente posición.
Más allá de la técnica, la composición y realización de la imágen es lo que la hacen interesante.