El mismo año en el que se cumple un siglo del hundimiento del Titanic, una nueva tragedia marítima ha cubierto estos días los titulares de los periódicos de medio mundo.

La noche del 13 de enero el crucero Costa Concordia, que se encontraba haciendo un recorrido por la costa mediterránea, topó con un arrecife en las cercanías de la isla de Giglio, en Italia. El casco se partió 60 metros y el agua comenzó a inundar los camarotes.

Cien años después, los medios para documentar esta tragedia se han multiplicado, y todos los fotógrafos de la zona se movilizaron para lograr la mejor imagen del hundimiento. De todas las imágenes recogidas, ésta de Filippo Monteforte es la más impresionante. La nitidez y el realismo del barco hundiéndose nos dejan con la boca abierta.

Cinco días más tarde las operaciones de rescate continúan y aún hay más de 29 desaparecidos. El capitán, Francesco Schettino, permanece arrestado como sospechoso de homicidio involuntario y ha sido duramente criticado por haber violado las leyes de alta mar y abandonar el barco antes que muchos de los pasajeros.

A día de hoy se conoce que el hundimiento se debe un fallo humano, pues las rocas aparecían en las cartas de navegación, y el capitán desvió el rumbo del barco para saludar a los familiares del “maître”.

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