Es curioso cómo las profesiones a lo largo de los años van sufriendo modificaciones, fruto de un proceso de adaptación a las nuevos acontecimientos y necesidades de una sociedad que nunca deja de evolucionar. Y, cómo no, esta circunstancia también ha afectado a todos los profesionales cuyo campo de trabajo es la fotografía.

Es evidente que el fotógrafo en la actualidad debe superar nuevos retos, llegar a metas que antes ni se había planteado, así como conocer nuevos mercados diferentes a los tradicionales.

Sin duda, el elemento detonador ha sido la aparición y el posterior e incontrolable desarrollo de Internet, que ha causado una completa transformación de la industria fotográfica.

De hecho, la red se ha convertido en una magnífica  plataforma publicitaria para el fotógrafo profesional, el cual tiene hoy en día mucho más sencilla la realización de diferentes contactos y, por tanto, de hacer llegar su obra a un número mayor de receptores. Además, la interacción entre diversos profesionales alimenta la obra individual y puede concluir en interesantes colaboraciones.

Con la aparición de las llamadas tiendas on-line se abre una nueva demanda: se necesitan obras fotográficas para vender unos determinados productos.  Este hecho generará una nueva dinámica de trabajo.

La formación es ahora más accesible, con un solo clic podemos acceder a todo tipo de información que, bien contrastada y utilizada, nos puede servir de mucha ayuda y facilitar una evolución profesional. Y, en definitiva, cabe destacar la inmediatez que nos concede este medio, una característica básica a tener en cuenta en los tiempos que corren.

Sin embargo, el desarrollo de Internet también ha tenido consecuencias devastadoras para el fotógrafo y, paradójicamente, a la vez que en muchas ocasiones facilita su trabajo, en muchas otras lo entorpece.

Uno de los grandes problemas es el intrusismo profesional. Todo el mundo puede acceder a cualquier tipo de información y crear una Web personal donde publicitarse, así que podría decirse que se multiplican el supuesto número de profesionales.

La competencia es ahora mucho más punzante y, como resultado, las exigencias mayores. Ya no es suficiente realizar una buena obra fotográfica, sino que ésta debe ser diferente, con personalidad y de óptima calidad, la única manera de diferenciarse de una auténtica masa homogénea.

Los ingresos son menores. Son muchas las ocasiones en las que una empresa recurre al empleo de fotografías que proceden de un banco de imágenes digital o a fotógrafos amateurs que exhiben su obra en redes como Flickr, Tumblr, 500px, etc., y que venden sus fotografías a un precio irrisorio.

También es necesario estar a la última y saber cuando un programa o una plataforma se vuelve residual. El cambio es constante, por lo que debemos estar continuamente en alerta.

Foto: inspectorelectraconexioncentral, idealizate.

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