Los retratos callejeros tienen siempre la presencia del desconocido que es enfrentado con una cámara. Es difícil tanto para el fotógrafo como para el retratado participar en este ejercicio de extrañeza que crea un sentimiento de lejanía, de coraza protectora que todos llevamos encima cuando nos encontramos en un espacio público. Pero también es en esta situación en que ambas personas a los dos extremos de la cámara se encuentran igualados por la extrañeza que podamos ver vistazos de la vida interior de estos.

Pero en medio de la vida pública donde el instinto natural nos hace protegernos, hay momentos en que dejamos ver nuestro rostro más íntimo, ya sea por el agotamiento después de una jornada o porque nos sentimos protegidos incluso en medio de este espacio público.

Lo que hace Michel Wolf, fotógrafo alemán en Honk Kong, es explorar esos espacios de la intimidad en público que pueden verse asomados por las ventanas de los metros japoneses.

Todos sabemos la agobiante realidad del transporte público japonés donde la cantidad de gente regresando del trabajo en las horas punta convierte a los vehículos en verdaderas latas de sardinas humanas, pero estas fotografías nos abren la puerta a una realidad distinta. Aquí los rostros de los viajeros cansados y las ventanas empañadas de vaho se convierten en aberturas a un espacio privado donde el viajero descansa, escucha música o simplemente cierra los ojos agobiado pensando en su destino. Los rostros, las manos, la piel presionada contra el cristal hablan de un espacio íntimo en el que sólo podemos intuir lo que ellos están pensando.

Via: Design Boom

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