Aunque no todos hemos estado en un estudio fotográfico, seguro que a todos nos suenan los flashes de estudio y hemos visto en más de una ocasión alguno en alguna foto de algún set fotográfico o en un ejemplo de esquema de iluminación y seguro que nos hemos fijado en que son bastante diferentes a un flash de mano.

En esta primera parte voy a tratar de explicar las diferencias principales, sus ventajas, tipos y desventajas, así como introducir un poco a su uso para que la próxima vez que lleguemos al estudio podamos exprimirlos a fondo.

El flash de estudio es un aparato bastante voluminoso y pesado que no invita a llevarlo a una salida a exteriores a no ser que contemos con ayuda para mover el equipo, además necesitan una gran cantidad de energía que normalmente obtienen de la red eléctrica pero que se puede sustituir por generadores o baterías de alta capacidad. Es por eso que también existen versiones menos potentes pero más pequeñas de los flashes de estudio y que son ideales para esas sesiones intensivas en exteriores en las que te hace falta un extra de luz que no conseguimos con los de antorcha o ‘de mano’.

Normalmente los flashes de estudio se mueven en potencias que van de los 150W a los 1500W y que hay que distinguir de las potencias que se utilizan para luz continua que son de magnitudes mucho mayores y sobretodo si hablamos de iluminación para cine. Aunque los flashes de gama media-alta cuentan todos con una fuente de luz continua denominada ‘luz de modelaje’, no es comparable y tiene un uso dirigido a simular la iluminación que se obtendrá al disparar el flash para poder organizar el esquema de iluminación.

Existen dos grupos principales de flashes de estudio y se dividen en función de su fuente de alimentación. En la gama media-baja de potencias encontramos flashes con la fuente de alimentación integrada en el mismo cuerpo, lo cual los hace muy compactos y móviles, pero en cuanto empezamos a necesitar más potencia las fuentes de alimentación se hacen demasiado grandes como para permanecer integradas, y entonces encontraremos los cabezales con la lámpara por un lado y las fuentes (que pueden ser para uno o más cabezales al tiempo) por separado y unidos por mangueras eléctricas. Esto hace los cabezales muy ligeros, lo cual es útil para colgarlos de una jirafa por ejemplo, pero dependientes por completo de la fuente y de la distancia que nos permita la manguera.

En cuanto a los sistemas para dispararlos existen dos formas principales, mediante el receptor TS de 1/4 de pulgada (que todos conocemos como jack) al que conectaremos un cable o un disparador remoto, a nuestra elección, o bien mediante sincronismo o simpatía, activando la célula fotosensible que traen integrada y que hará saltar el flash al recibir el destello de otro, lo cual, en estudios pequeños, es muy cómodo y eficaz.

Sobre los accesorios para modificar, dirigir y seleccionar la luz que disparemos de nuestros flash os hablare mañana en la segunda parte de este artículo. Mientras tanto podéis contarnos vuestras experiencias en los comentarios.

Foto: Ahopsi

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